En uno de los paseos que damos por Jaca, descubrimos los restos de la ermita de Sarsa.
La verdad que es una ermita preciosa, que tiene un encanto especial a pesar de su estado.
En 1972, los restos conservados de la ermita de Sarsa, de origen románico, fueron trasladados, desde su emplazamiento original en Villar de Sarsa, antigua población situada en las faldas de la Peña Oroel, hasta Jaca. La ermita era la iglesia parroquial de este pueblo que quedó abandonado hacia el año 1970.
Para evitar la ruina del templo se optó por trasladarlo y de esta forma conservarlo.
La ermita pertenece al modelo de las pequeñas iglesias del románico rural, pudiéndose datar en la segunda mitad del siglo XII, muy posiblemente en los años finales de ese siglo. Su planta presenta nave única rectangular que originalmente estaría cubierta con una techumbre de madera a dos vertientes, que no se ha conservado.
Los muros están construidos en sillería, con piedra arenisca de la zona y apenas presentan decoración, salvo por una imposta biselada que recorre el interior. La puerta de acceso abre a los pies de la iglesia en un pequeño cuerpo adelantado coronado por modillones figurados sobre los que apoyaba un tejaroz no conservado. Presenta tres arquivoltas de medio punto, de las cuales la exterior y la interior son lisas y la central está decorada con tres filas de bolas jaquesas que denotan la influencia que la decoración de la catedral jaquesa tuvo en todos los templos de la Jacetania.
Una ermita que nos recuerda la importancia de los pueblos en un tiempo no muy lejano.
