Durante siglos el ser humano ha necesitado grandes cantidades de madera para construir edificios, muebles… Por ello, se hizo necesario el desarrollo de un sistema de transporte desde los lugares de obtención de la madera hasta los centros de producción.
Nuestros ingeniosos antepasados crearon entonces un sistema que se fue perfeccionando con el paso del tiempo, que consistía en lanzar a los ríos los troncos cortados en la montaña, hasta que fueran a desembocar en un río principal. Allí, los ataban y formaban lo que en Aragón conocemos como «nabata», troncos unidos con ramas de sarga remojadas y retorcidas a modo de soga.
Con la llegada de la electricidad y los nuevos regadíos se construyeron presas y embalses que regulan la mayoría de los cauces fluviales pirenaicos, y que han contribuido al abandono de esta actividad hoy en día.
En 1983 se rememoró el oficio de nabatero, con la construcción de varias nabatas, sobre las cuales se baja por el río Cinca, desde la localidad de Laspuña hasta la de Aínsa. Esta fecha sirvió como origen de la fiesta del descenso de las nabatas, que se suele celebrar el penúltimo fin de semana de mayo. Además, se solía completar el fin de semana con diferentes actos, que atraen siempre a numerosos visitantes de la comarca y de otras zonas.
Hoy, día 23 de mayo, se hubiera llevado a cabo el descenso de nabatas, pero debido a la crisis sanitaria, “La Asociación de Nabateros de Sobrarbe” ha decidido suspender por segundo año consecutivo este acto.
Esperaremos con muchísimas ganas el Descenso de Nabatas del penúltimo fin de semana de mayo de 2022.
