Dentro del programa de visitas temáticas que el área de Turismo de la Comarca de Alto Gállego ofreció los fines de semana durante el mes de septiembre, había programada una andada entre Oliván y Susín, y decidimos apuntarnos.
Se trata de un bonito paseo que nos permitió adentrarnos en la historia de un pueblo, que tras siglos de vida, cerró sus puertas durante unos años, para después reabrirlas.
La visita duró aproximadamente cuatro horas y estuvo guiada por Loreto Gabarre.
Susín pertenece al Sobrepuerto, zona del Pirineo entre el río Ara y el río Gállego.
Primero visitamos la Iglesia de Oliván, de la que hablamos hace un tiempo en una entrada anterior.
Luego nos dirigimos hacia el pueblo de Susín, que se encuentra a unos 4 km. de Oliván.
Para llegar a Susín desde Oliván, se toma la pista que lleva hasta Ainielle, y una vez cruzado el puente, se puede coger una senda que se adentra en un bosque en ligero ascenso; en unos tres cuartos de hora aproximadamente, llegamos a Susín.
En Susín visitamos la Iglesia Románica de Santa Eulalia de Susín, la cual pertenece a la Ruta de las Iglesias de Serrablo, (Fue restaurada por la Asociación Amigos del Serrablo).
Este templo está datado en torno al siglo XI, y sufrió importantes reformas en el siglo XVII; se invirtió la orientación de la iglesia, se construyó una torre que atravesó la bóveda del ábside y se recreció notablemente la nave. Llaman la atención veinticuatro sillares con motivos cristianos y figuras geométricas dispuestos al azar, que parecen indicar que fueron reutilizados de construcciones anteriores, muy posiblemente visigodos.
También conocimos unos importantes frescos que hubo en esta iglesia, Los Llorantes o Llorones de Susín, nombre con que se conoce popularmente a esta pintura. Los Apóstoles de Susín se exhiben actualmente en el Museo Diocesano de Jaca.
Esta iglesia está declarada Bien de Interés Cultural (Monumento Histórico-Artístico desde 1982).
También vimos la Ermita de la Virgen de las Eras, que se encuentra algo apartada del pueblo.
Dos son las casa que quedan en pie en Susín, Casa Ramón y Casa Mallau, además del lavadero y la herrería. Tuvimos la suerte de visitar Casa Mallau, una enorme construcción montañesa con su viejo escudo nobiliario en la fachada.
No era la primera vez que visitábamos este maravilloso pueblo deshabitado, pero en cada visita, se descubre algo nuevo.
“POR SIEMPRE, SUSIN”
