Si hay algo que apasiona a la mayoría de niños, son los cabezudos. Los cabezudos generan un contraste de sentimientos: por un lado les produce respeto el tamaño, su expresión y que tengan un palo para perseguirles, pero por otro lado, a muchos niños les produce cierta “atracción”.
Martín conoció a los cabezudos en las fiestas de Santiago del año pasado y le fascinaron.
Ver de cerca a la Abuela, al Negrito, al Diablo, a Napoleón, … impone un poco, pero que te den la mano hace que te sientas importante.
Cuando crezca y corran con sus amigos delante de los cabezudos, seguro que la emoción es mucho mayor.
Este año no los hemos podido disfrutar para las fiestas de Santiago, y este fin de semana, tampoco los podremos ver correr por las calles del Puente Sardas en las fiestas del Pilar. ¡Esperaremos impacientes las fiestas del año que viene!