Si hay algo que les encanta a los niños es pisar charcos. Un plan genial en un día de lluvia es salir a pisar los charcos; nos calzamos unas botas de agua, un chubasquero y un paraguas y… ¡a la calle!
Dejar que los niños jueguen y salten en los charcos después de un día de lluvia, no es sólo divertido, sino que también es una gran experiencia sensorial, de aprendizaje y desarrollo motriz.
Es importante que experimenten la sensación de mojarse, que escuchen el sonido del chapoteo, si el charco tiene barro, o por el contrario está en una zona asfaltada y el agua es clara.
Otra actividad muy interesante es echar en los charcos piedras, hojas, palos… y observar qué tipos de materiales flotan o cuáles se hunden.
Saltar en los charcos les da una sensación de libertad y bienestar que hace que los niños se sientan más felices.
Esta actividad fomenta el desarrollo de su motricidad gruesa, algo importantísimo en el desarrollo del niño.
Otro factor importante es la imaginación; mientras los niños saltan en los charcos imaginan que son saltamontes, canguros, Peppa Pig saltando en los charcos de barro…
Además, salir los días de invierno con lluvia, nieve y frío, hace que se fortalezca el sistema inmunológico y nos proteja de los virus, algo que en este momento es muy importante.
‘La infancia es la etapa de la vida que termina cuando por primera vez, miramos un charco como un obstáculo y no como una oportunidad’ Katty Williams.
