Siempre que podemos, cuando bajamos a Zaragoza, nos acercamos a tomar un vino a un establecimiento que nos gusta mucho; se trata de las Bodegas Almau, las bodegas más antiguas de la ciudad, situadas en una de las zonas más conocidas y concurridas por su oferta gastronómica y de ocio: “El Tubo”.
Estas bodegas fueron inauguradas en el año 1870, y están regentadas ya por la cuarta generación.
Este bar, lleno de encanto, destaca por su magnífica selección de vinos, compuesta por más de ochocientas referencias, entre las que se encuentran desde los vinos más tradicionales hasta los más novedosos y creativos.
El local es pequeño y dispone de una barra larga y unas cuantas mesas.
En cuanto a la oferta gastronómica, se encuentran, el “Dulce de Anchoa” (anchoa en salmuera abierta, crema de rulo de cabra, confitura de tomate y virutas de chocolate amargo), la “Anchoa Reina” (anchoa en salmuera, crema de aguacate, menta con sirope de Módena y almendra picada), la “Explosión de Vinagre” (anchoa en salmuera abierta sobre una base de paté de atún, boquerón y aceituna negra) o la “Anchoa Garum”, con miel y moscatel.
También están muy ricos los montaditos de embutidos y quesos, jamón batido, rebozados varios y croquetas de tinta de calamar, huevo frito, bacon y queso fundido.
En verano, cuentan con una original terraza, inagurada en 2006 tras recuperar un solar tapiado que llevaba medio siglo cerrado.
“Una bodega de las de siempre, parada frecuente tanto de turistas como de zaragozanos que saben que éste es uno de los pocos lugares auténticos que quedan en El Tubo, con un servicio efectivo y donde no ocurre nada que escape a la atenta mirada de la familia Almau. Nos gustan los sitios auténticos”.
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