Nos encanta pasear por la Guarguera y descubrir nuevos parajes para nosotros; esta vez nos dirigimos hasta el pueblecito de Yéspola.
Yéspola pertenece a la Comarca del Alto Gállego, concretamente, al municipio de Sabinánigo. Se encuentra en el valle de la Guarguera, en la margen izquierda del río Guarga.
Esta pequeña localidad, se sitúa a 881 metros de altitud y según los datos demográficos del año 2019, cuenta con dos habitantes.
Se accede por la carretera de la Guarguera hasta el puente que cruza el río Guarga y que conduce a las poblaciones de Gésera, Arraso, Grasa y Yéspola. Es una carretera estrecha, pero perfectamente asfaltada.
Nada más llegar a Yéspola, se encuentran unas colmenas con un gracioso cartel que alerta de “¡cuidado, abejas trabajando!”.
Sus calles todavía respiran algo de vida y sus fachadas presentan un buen estado de conservación, mostrando portadas doveladas, bonitos balcones y varias chimeneas troncocónicas, elementos clave en las construcciones del Serrablo.
Destaca la torre defensiva del siglo XVI, propiedad de la familia Villacampa de Laguarta, señores del lugar durante aquel tiempo, tal y como se ve en inscripciones dispersas por los diferentes sillares. Sus macizos muros se abren con pequeñas pero numerosas aspilleras defensivas.
Su planta, casi cuadrada, mide 5,56 X 5,62 metros, y con un grosor de sus muros, de 0,75 metros. Actualmente cuenta con tres pisos, aunque debió tener uno más.
Junto a la torre se encuentra la Iglesia Parroquial, bajo la advocación de San Antonio Abad, construida durante el siglo XVIII de una nave, testero recto y sencilla espadaña a los pies, con funciones de torre. Desgraciadamente, presenta un deplorable estado de ruina.
A todo ello se une bonitas bordas, la antigua herrería y unas preciosas vistas del Pirineo, que hacen de este lugar, un remanso de paz y de tranquilidad.
“La Guarguera, el valle que guarda silencio”.
