En nuestra reciente excursión por Monrepós y los pueblos que se encuentran en su falda, nos detuvimos en uno que lleva deshabitado desde hace muchos años, el pequeño despoblado de Escusaguás.
Cuando se viene de Huesca, por la A-23, al salir de los largos túneles de Monrepós, se encuentra un desvío hacia Caldearenas. Enseguida se encuentran los restos de este pequeño pueblo, que también se divisa desde la autovía.
Escusaguás, también denominado Escusaguat, en aragonés, pertenece a la cercana localidad de Caldearenas, de la Comarca Alto Gállego.
Escusaguás aparece documentado desde el año 1039. Perteneció a la Honor de San Andrés de Fanlo, el monasterio del Abad Banzo.
En el siglo XIX y XX se convirtió en un pequeño lugar de paso, que sobre todo acogía a los que circulaban por la cabañera en su camino hacia el Pirineo.
En este periodo, dispuso de un máximo de tres casas –Casa Gavín, Casa Satué y Casa Garcés-, aunque en sus primeras citas documentales aparece con solo un fuego de población, lo que da a entender su pequeño tamaño.
Se encuentra a 1058 metros de altitud en la cara norte del puerto de Monrepós.
La vieja carretera de Monrepós dividía el pueblo en dos partes. A un lado quedaban las viviendas y al otro la iglesia y un par de construcciones auxiliares.
Las viviendas apenas mantienen sus fachadas en pie, con todas las cubiertas derruidas. De lo poco destacable, un par de vanos cuadrangulares y alguna barandilla metálica que se resiste a caer.
En el punto más alto se sitúa la iglesia que está dedicada a Nuestra Señora. Es un edifico barroco, que presenta una nave única y rectangular, capilla lateral y cabecera de testero plano orientada al este. La puerta de acceso abre al sur.
No muy lejos de la iglesia, en la era lindante con el templo, se encuentra un pozo de hielo que ahora está cubierto por la maleza, y es difícil descubrir su ubicación.
Las vistas del Pirineo bien merecen una parada en Escusaguás.
