Siguiendo con la temática de los cocineros, vamos hablar de este libro ilustrado, de la editorial Kalandraka, que nos llamó la atención por su gracioso título: “Cuento para contar mientras se come un huevo frito”.
Narra cómo la gallina Anselma hizo co-co-có y puso un huevo. Enseguida decidió que ese huevo era para Juan. Se pusieron manos a la obra para hacérselo llegar. La tía Elena, la abuela, el alcalde y el rey ayudaron para llevarle el huevo y, cuando su madre se lo cocinó… ¡A todos le entró un hambre tremenda, imaginando lo bueno que estaría!
Este cuento tiene algunas rimas, alguna broma y sobre todo, unas bonitas ilustraciones de Mariona Cabassa, por las que consiguió, en 2003, el Premio Junceda.
Sin duda, se trata de una historia divertida y delirante, de estructura de los cuentos tradicionales, que se sustenta en estructuras paralelas. El autor y cuentacuentos Pep Bruno le ha dado a esta historia el ritmo y la forma perfecta para ser contada.
La historia surgió, como cuenta el autor, de la siguiente manera: “La verdad es que el cuento en un primer momento nació sin pensarlo, mientras mi hijo comía un huevo frito, digo comía porque soy optimista, y es que mi hijo en aquella época no tenía demasiado afán por comer huevos fritos, así que me puse a contarle un cuento y resulta que, mientras yo contaba, mi hijo se olvidó de cerrar la boca y se comió el huevo.”
¡Qué buenos los huevos fritos!
