No habíamos hablado todavía de esta parque, del Parque Pirineos, que para nosotros es un sitio especial, ya que en cualquier momento, dado que lo tenemos al lado de casa, aprovechamos a dar un paseo, a salir a correr o ir a jugar con Martín. Lo que más nos gusta, además de su tranquilidad, son las preciosas vistas que hay de todas las montañas que rodean Sabiñánigo.
Aunque mucha gente lo llama erróneamente Parque de Petersberg, en realidad se llama Parque Pirineos. La confusión viene porque la plaza central del parque se conoce como Plaza de Petersberg.
El parque se creó sobre el año 1997, debido al acondicionamiento de la zona situada entre la calle de Billère y la calle Valle de Oza. Dos años más tarde, como consecuencia del hermanamiento con la ciudad alemana de Petersberg, se decidió dar el nombre de esta ciudad a la plaza central del parque.
Una de las cosas más llamativas de la plaza son las preciosas portaladas traídas de pueblos abandonados de la Guarguera, como son Villobas y San Esteban de Guarga.
El Parque Pirineos fue el lugar elegido inicialmente, en el año 2004, para realizar la plantación de los niños nacidos en ese año, y algún otro año después, acto que posteriormente se trasladó al Bulevar Antonio Muñoz Loriente, en el Puente Sardas, por falta de espacio.
¡La de paseos que se daría Mari por este parque durante su embarazo!
Y después, cuando nació Martín, con el carrito; a Martín, como a casi todos los bebés, le apasionaba mirar los árboles moverse.
Ahora, a Martín le encanta ir con su moto o patín… o simplemente a correr por entre los árboles.
Los días de lluvia se hacen unos charcos buenísimos, que invitan a que sean pisados por cualquier niño.
