Otro pueblo que nos apetecía visitar es Navasa, municipio cercano a Sabiñánigo, aunque perteneciente a la comarca de La Jacetania, que se encuentra en la cabecera de la Val Estrecha.
Para llegar a Navasa hay que coger la carretera Jaca-Sabiñánigo y a unos cuantos kilómetros, tomar un desvío a nuestra izquierda, bien indicado. Esta carretera secundaria bordea por el este la Peña Oroel y va a salir a Hostal de Ipiés.
El núcleo urbano se extiende a lo largo del eje que constituye la carretera, con la Plaza Mayor al centro. Aquí se sitúa la iglesia parroquial cuya elevada torre es la imagen más característica de la población. Buena muestra de la arquitectura tradicional de la zona son los pasadizos en arco (Calle Arcos), así como la construcción en piedra y los tejados de losas.
Hemos sabido que Navasa, en el año 2000, recibió el premio «Pueblo Limpio», entre los pertenecientes a la comarca de la Jacetania.
Otros elementos de interés son los pozos (hay uno junto a la iglesia), o la herrería y el pajar recientemente restaurados.
La iglesia parroquial es originaria del siglo XII y está dedicada a la Asunción de María.
Esta iglesia es de nave única, con el añadido posterior de capillas laterales. La cabecera se compone de ábside de medio cilindro y presbiterio de menor altura que el resto de la nave. Sus volúmenes están bien señalados al exterior. El ábside está realizado a base de sillares grandes, perfectamente escuadrados y ajustados sin marcas de cantería.
La esbelta torre es obra del siglo XVI al igual que la sacristía añadida.
Al lado norte de la nave se ubicó un pequeño cementerio. Lo recuerda una graciosa lápida del XIX situada en el ángulo noroeste de la nave.
Sus elementos más interesantes son el tímpano que decora su portada y las pinturas que decoraban su cabecera y que en la actualidad, trasladadas a lienzo, pueden admirarse en el Museo Diocesano de Jaca.
Y como sucede en muchos de los pueblos que visitamos, Navasa también tiene un bonito parque infantil en el que Martín se divirtió.
