Excursiones

EL PUEBLO DE GRASA

Otro de los pueblos que visitamos en nuestra última excursión por la Guarguera, fue Grasa. Es otro pequeño pueblo, perteneciente a la Comarca del Alto Gállego, en el municipio de Sabiñánigo.

Se encuentra en el valle de la Guarguera, en la margen izquierda del río Guarga.

Se accede por la carretera de la Guarguera hasta el puente que cruza el río Guarga y que conduce a las poblaciones de Gésera, Arraso, Grasa y Yéspola. Una vez se cruza el puente, la carretera se bifurca en tres direcciones; a mano derecha, se llega hasta Arraso; a mano izquierda, la carretera conduce a Gésera y, si seguimos de frente, llegamos primero a Grasa y, continuando por la carretera 2,5 km. más, se llega hasta Yéspola.

Grasa se halla al pie de la sierra de Belarra, no lejos del límite del Parque Nacional de la Sierra de Guara; en sus inmediaciones se encuentra el barranco del Huerto, afluente del río Guarga. Y entre Grasa y Gésera, se encuentra el Barranco de la Pequera, un rincón mágico de aguas cristalinas, a su vez, afluente del barranco del Huerto.

Según los datos demográficos del año 2019, Grasa cuenta con dos habitantes.

Este pequeño pueblo tiene edificaciones propias de la arquitectura tradicional de la zona.  Se distribuye en dos barrios y la iglesia, que a diferencia de otros pueblos, se halla totalmente alejada, sobre un alto tozal. Entre las construcciones que encontramos, destaca la abundancia de pozos y las dimensiones de algunas bordas. Destacan algunas edificaciones como «Casa Otín», construida en el siglo XVII, fechada con un relieve incluido en un vano con forma de arco conopial.

La Iglesia Parroquial, levantada en el siglo XVIII, dedicada a San Bartolomé, presenta una nave con cubierta abovedada con lunetos. Se cubre con tejado de forjado de madera con losa de piedra, a cuatro vertientes. En el exterior, el muro se articula mediante gruesos contrafuertes cubiertos con tejadillos de losa. 

Resulta una maravilla pasear por Grasa, admirando las macetas en puertas y ventanas, huertos dónde crecen acelgas, cebollas… escuchar ladridos de diferentes perros defendiendo sus casas, sonidos de trabajo del hombre por mantener estas cosas… mientras se observan preciosas vistas del Pirineo.

Estos pueblos no están abandonados, aún les queda mucha vida.

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